Edificios históricos que cobran vida, que transmiten retazos de su historia, que se visten de dinámicos colores e imágenes, que abandonan la estática y se convierten en actores. Esto se logra a través de una novedosa técnica llamada mapping 3D que básicamente consiste en proyectar imágenes animadas sobre superficies reales, que hacen las veces de pantallas no convencionales.
Es el momento en que el cine se anima a abandonar las salas y los telones para trasladarse a los escenarios cotidianos de la sociedad. Pero que a la vez aprovecha las particularidades de esos nuevos “escenarios” para adaptar el juego de imágenes que fueron concebidas para ser allí proyectadas.
En qué consiste
Una combinación de nuevas técnicas es lo que se utiliza para desarrollar estas presentaciones, que deberán adaptar el contenido a la superficie sobre la cual se habrá de proyectar. Esto implica entonces que desde su misma concepción la imagen ya es pensada para el lugar donde será proyectada, y esto hará que se saque provecho de las formas que tienen esas fachadas, logrando que la imagen final sea una combinación superadora, fruto de la proyección y la superficie sobre la que se proyecta.
De este modo, las irregularidades, los elementos y los colores de la superficie original no son tapados o anulados por las imágenes que emite el proyector 3D. Por el contrario, son exaltados, provocando una composición que integre plástica y estéticamente las características de la fachada con el tipo de imágenes a plasmarse sobre ellas.
El proceso de producción
Semejante innovación estética y comunicacional trae alguna dificultad al momento de pretender encasillar la puesta en escena dentro de alguna de las definiciones tradicionales. ¿Es cine? ¿es una proyección 3D? ¿es una instalación audiovisual? ¿es todo eso a la vez?
No será fácil responderlo, pero sí está la certeza de que genera una experiencia muy diferente a lo ya conocido.
En la faz técnica, el video mapping 3D implica una adaptación de un contenido de vídeo a una forma 2D o 3D, generando una instalación in situ. Sólo en ese preciso lugar para el que fue pensado, podrá ser proyectada.
En el desarrollo de cada pieza intervendrá la captación, grabación, creación, procesamiento, almacenamiento, transmisión y reconstrucción por medios electrónicos de una secuencia de imágenes que representan escenas en movimiento.
Para lograrlo se parte de un relevamiento inicial de la superficie sobre la que se quiere realizar la proyección. En este proceso se toman fotografías desde diferentes ángulos que permiten luego reconstruir el objeto en un modelo 3D trabajado mediante un software específico. En este momento se determinan las distancias exactas y la profundidad de todas las partes.
Proyección de alta calidad
Una vez creada la pieza audiovisual, deberá ser proyectada desde un ángulo específico que asegure un alcance total sobre la superficie que hace de pantalla. Para ello se utilizan proyectores 3D de alta potencia y luminosidad, más aún teniendo en cuenta que el destino no serán refractarias pantallas blancas, sino superficies que suelen incluir revoques, humedades, decoloraciones, que absorberán buena parte de lo proyectado.
Una adecuada combinación con efectos sonoros logrará crear un espectáculo único y dantesco, capaz de transmitir sensaciones que ninguna otra arte había sido capaz de generar, tal y como vemos en el vídeo de arriba.