En los tiempos que corren, y sobre todo en los últimos años, son sustanciales y evidentes los cambios que hay para todo tipo de empresa, oficina o espacio laboral, en lo que respecta a las formas de trabajar y de lograr cumplir con los objetivos establecidos.
En algunos casos, la virtualidad se transformó en la protagonista a partir de las restricciones para circular y para reunir gente en este contexto pandémico. En otros, la presencialidad siguió manteniendo su vital importancia, ya sea para sostener industrias o locales trabajando, y poder seguir atendiendo público.
Sin embargo, la línea que atraviesa toda actividad comercial o fin de lucro en la actualidad, es la de la formación profesional. Hoy, no capacitarse puede derivar en un estancamiento de proporciones catastróficas para dueños, directores o jefes.
Con esto nos referimos a que en todo rubro se avanza permanentemente no solo en conocimientos técnicos y cada vez más específicos en todas las disciplinas, sino que también se revalorizan y exigen cada vez más que los empleados y superiores cuenten con “herramientas” para comunicarse, trabajar, tratar diferencias y poder sacar a relucir lo mejor de cada uno.
Entonces, ¿qué factores son relevantes a la hora de pensar en la mejor forma de implementar cursos y capacitaciones para empresas y para equipos de trabajo y tratar de garantizar el crecimiento tan anhelado? Veamos a continuación una respuesta orientativa sobre qué puede resultar de ayuda.
En simples términos, lo que vale desde un primer momento y ayuda a que la estrategia logre su cometido, es saber bien desde qué punto se está partiendo.
Eso implica tener claras cuentas de cuántos equipos o departamentos queremos que se capaciten, cuántas personas necesitamos que tomen estos cursos online, qué habilidades “blandas” y “duras” son las más importantes en términos generales y en la situación específica de cada sector, entre otros aspectos.
Dentro de este diagnóstico, también sirve pensar si estas capacitaciones tendrían lugar de forma regular durante las horas de trabajo, o si se buscaría que fuesen jornadas de uno o varios días a la semana o al mes específicamente para eso.
Adicionalmente, es muy necesario tener en cuenta qué aspectos son los que el mercado exige para resultar competitivos a la hora de vender servicios, bienes o productos, lo que ayudará a saber si hay contenidos específicos o técnicos que son infaltables o que hacen falta reforzar.
En sintonía con lo mencionado anteriormente sobre saber desde qué lugar se está partiendo, es desde allí que se comienza a armar la ruta de aprendizaje.
Esto representa el “camino” que cada persona en capacitación estará haciendo, lo que habilita la posibilidad de dar cuenta de sus avances y resultados, su nivel de participación y cómo se desenvuelve de forma autónoma o trabajando en equipo.
Asimismo, también involucra definir si el tipo de capacitaciones que se necesitan requieren trabajos prácticos o algún tipo de producción grupal o individual. Por otro lado, establecer esta ruta de aprendizaje permite ver quiénes hicieron aportes excepcionales y muy útiles, o quiénes tienen algún tipo de dificultad.
Afortunadamente, esto puede implementarse a la hora de planificar y realizar un curso online de cualquier tipo o formato, y brinda información clara sobre cuán capacitados están siendo los distintos equipos sobre las áreas en las que trabajan o en base a las responsabilidades que tienen.
De la misma forma que la teoría no puede faltar en cursos y capacitaciones, la práctica y el desarrollo de actividades o de ejercicios son igual de relevantes.
Así, no solo podrán fijar los conocimientos y contenidos tratados, sino que al mismo tiempo admite que los proyectos o productos que resulten de estas formaciones sirvan para cuando nuevos empleados entren a la empresa y puedan entender el tipo de diseños o de trabajos que se realizan allí.
Por otro lado, como toda práctica implica que se apliquen las herramientas enseñadas en los cursos, quizás una de las ocurrencias surgidas allí puede convertirse en una gran idea para implementar posteriormente. Nunca se sabe qué actividad puede disparar la creatividad de todo un equipo o de alguno de sus integrantes, y que surja algo brillante.
Esto puede entenderse tanto para cursos que enseñen el uso de plataformas digitales para poder realizar el trabajo en equipo de forma eficiente y resolutiva, como también sobre formaciones que enseñen técnicas que tienen como consecuencia mejorar la forma en la que se desenvuelve el trabajo y el ambiente de cada oficina o equipo.
Ejemplo de esto pueden ser cursos que te enseñan sobre el uso de plataformas como Trello, Office 265, Salesforce, por nombrar algunas, ya que tienen como función principal fortalecer las vías de comunicación internas de las empresas, de forma que los avances sean registrables y que se pueda ver y dar cuenta de los progresos.
Del mismo modo, otro caso pueden ser los cursos sobre metodologías de trabajo como las Agile o Scrum, por nombrar dos muy conocidas. Estos facilitan que los distintos grupos o departamentos puedan estar al día con lo que hacen los demás, que se sepa qué objetivos se están trabajando y qué fechas límite están al llegar.
También, este tipo de aprendizajes generan que la información sea compartida y transparente entre superiores y subordinados, y agiliza la manera en que se pueden dar las reuniones, sin importar con cuánta regularidad se llevan a cabo.
Como se habló en este artículo, no solo los cursos son importantes para conseguir un crecimiento añorado, sino que son igual de necesarios los pasos de saber el estado de situación en base a los recursos disponibles, la planificación y el monitoreo de los avances.
Tanto las habilidades “duras” como las “blandas” resultan en un capital valioso para empresas pequeñas, medianas y grandes, y si te abres paso hacia el camino de las capacitaciones para los equipos de trabajo, si tomas las decisiones con criterio y con el panorama claro que tiene tu empresa, seguramente podrás vislumbrar la evolución de cada área u oficina.